Muchas veces, nos empeñamos en buscar la aventura en la adrenalina de descender por el cauce de un río de maneras y por tramos en los que ni los salmones se atreverían a hacerlo. Otras, la aventura se asocia con un entorno desértico, helado o cualquier otro donde la supervivencia es una tarea muy complicada.
Montañas, desiertos, bajo el agua o muchos metros por encima del suelo… casi todo vale para decir que hemos disfrutado de una aventura. Pero el verdadero sentido de cualquier aventura se encuentra en el descubrimiento, bien de algo exterior al aventurero, bien de sus propias sensaciones o límites.
Claro que, para descubrir sensaciones o hasta dónde podemos llegar, a veces ponemos la salud y aun la vida en riesgo, algo que no es necesario. Porque, vamos a ver, ¿qué ley, escrita o no asocia aventura con sufrimiento? ¿Quién dice que no podemos disfrutar de una aventura si no sudamos o nos ponemos en peligro?
Aventura y placer
Vamos a demostrar que aventura y riesgo no tienen por qué ir de la mano. Para ello, para poder decir que hemos descubierto, nos vamos a un lugar pleno de tópicos y muy escaso de verdades para los occidentales. Nos vamos de viaje a China. No seguiremos ninguna ruta establecida, puesto que sería reducir un país descomunal a unos días de visita. Picaremos un poco de aquí y un poco de allí, para que seas tú quien decida qué le llama la atención y se decida a investigar un poco más.
Ya que hablábamos de superación, de los propios límites y de los deportes, vamos a comenzar nuestra ruta en la provincia de Henan, donde se encuentra el monasterio de Shaolin, célebre por su manera de armonizar el budismo con las artes marciales. Ésta es la cuna del más importante de estilo de wushu (un arte marcial, a la vez que forma de vida) a nivel de todo el mundo.
La bella China urbana
Como somos así de caprichosos, abandonamos el templo nada más mencionarlo y nos desplazamos a la capital de país, Biejing, pero con la idea de una visita relámpago: un vistazo a la enorme cantidad de monumentos, un par de días disfrutando de la importantísima vida cultural, y a otra cosa.
No podemos dejar pasar la belleza de lugares como Shanghai, Nanjing o Suzhou. Algunos son dignos de quedarse en nuestras retinas por las huellas de un pasado esplendoroso; otros por lo faraónico y aun así estético de su arte. Todos, porque no se parecen en casi nada a cualquier lugar que hayamos visitado.
La riqueza más allá del dinero
No queremos terminar este escrito sin hacer una mención a lo que muchos consideran la China auténtica, la de las pagodas y los dragones; la de los agricultores con sus búfalos de agua. La china pobre en dinero pero rica en historias, Historia, tradiciones y cultura.
En todo caso, elijas la ruta el destino que elijas, has de ser siempre consciente de que China representará una aventura en todos los sentidos. Y sin necesidad de que sufras o te juegues la vida.