Situada en el bello Cabo de Santa María, a 240 kilómetros de Montevideo y 100 kilómetros de Punta del Este, este pintoresco pueblito marinero, lleno de encantos singulares, se presenta a sí mismo como un lugar acogedor y tranquilo, marcado por un ritmo de vida propio en donde el reloj no rige la vida, y en donde las prisas son algo desconocido u olvidado.
La Paloma es sin duda uno de los balnearios oceánicos más lindos y famosos del departamento de Rocha. Su nombre le fue dado siglos atrás por los viejos navegantes y pescadores de sus aguas, que desde alta mar divisaban en sus costas algo así como la insólita silueta de una gran paloma.
Sus hermosísimas playas de diversas tipologías (desde grandes extensiones de arena fina y blanca-dorada, hasta pequeños roquedales y piscinas naturales, con fondos de mayor o menor profundidad según el caso), son un espectáculo que dejará maravillado a cualquier visitante que se acerque hasta La Paloma. Un mundo de infinitas posibilidades de ocio y diversión para todos, pequeños y grandes, un paraíso que cuenta con innumerables alternativas para asegurar una estadía siempre inolvidable, y no sólo en los meses cálidos del verano, cuando el balneario es más visitado, sino también en pleno invierno, pues sus paisajes inducen al paseo y la excursión en todo momento.
La popular Avenida del Navío lleva desde la ruta principal hasta el pequeño centro comercial local y el barrio histórico de La Paloma Vieja, un lugar perfectamente capacitado para satisfacer las necesidades del turista más exigente. Las calles de tan simpático pueblecito invita a conocer sus secretos: sus centros culturales, su viejo cine, su ameno casino, sus casitas y villas residenciales típicas, sus palafitos y peculiares cabañas, sus lonjas y barquitos de pescadores, sus entrañables tiendas de artesanía local, su emblemático faro antiguo del siglo XIX, sus dos bahías, la Grande y la Chica,…
Un paseo de pocos minutos a bordo de algún velero o yate nos permitirá acercanos hasta la Isla de la Tuna, o disfrutar de un baño en pleno Atlántico, extasiados. Desde la punta rocosa donde se alza el faro y desde la movida Playa de la Balconada, podremos asimismo contemplar magníficos atardeceres que sólo se vislumbran desde La Paloma…
La Playa de los Botes aún conserva, férreamente, la tradición de la pesca local, como se puede observar en la imborrable presencia de los barquitos, propiedad de viejos pescadores, que regresan orgullosos cada día, muy lentamente, con las capturas del día en sus redes: tiburones, rayas, peces martillo, meros, corvinas, pejerreyes, sargos,… No es raro ver, en las tabernas y restaurantes, o diseminadas por las plazas del pueblo, esqueletos de escualos o gigantescos cetáceos como ballenas y delfines, cuyas carcasas óseas sirven hoy de decoración urbana.
Playas idóneas todas, las de la Paloma en general, para la práctica del surf, la moto náutica y el windsurfing, hay que reconocer que la playa del Cabito puede resultar la opción más adecuada para toda la familia, o simplemente para broncearnos al sol, por sus excelentes condiciones.
La Paloma también preserva, con cariño y esmero, sus bosques y jardines, en donde la palma, la butia, el eucalipto, el ombú, el espinillo, el ágave y el pinar compiten con la maleza enredada y las arenas saladas por el territorio.