Miniguía del samba

Hay tres tópicos aplastantes sobre Brasil y su realidad cotidiana que todo el mundo conoce y que, en realidad, se cumplen, no sé si por la insistencia de todo el planeta o porque realmente los brasileños gozan estos ámbitos tanto como parece. Me refiero, por supuesto, a playa, fútbol y samba. De la playa y del fútbol ya hablaremos otro día.

Ojo, no todo es samba en Brasil. No es que yo sea un bailongo por naturaleza explorador de las danzas “latinas” (odio esa etiqueta), pero me gusta la música de verdad, y aún sin ser un experto, puedo afirmar que la riqueza musical de Brasil y el profundo conocimiento sobre la misma que tienen sus habitantes es difícil de encontrar en otro sitio del globo, que yo sepa.

samba

Vamos a recordar que el samba (sí, el, el samba, masculino) es una música de orígenes africanos. Apareció en Río de Janeiro (aunque tenga antepasados bahianos) hacia 1900, se dice que en casa de la mulata bahiana Tia Ciata; bueno, en los barrios populares de población negra, mestiza e inmigrante cercanos a la Estación Central. El primer samba con gran éxito fue Pelo Telefone, (1917) de Donga y Mauro de Almeida.

El samba es una música polifacética

Lo que hace difícil reconocer el samba es que hay muchos tipos de samba: samba de roda, samba-canção, palo alto, samba enredo, pagode, sambalanço… Unos vertiginosos, otros melancólicos, otros virtuosos. Aparte de todas las fusiones en las que se ha involucrado, desde el rock de Jorge Ben al samba hiphop de Marcelo D2, pasando por la bossa nova o el samba-funk, o por sus variadas influencias en la MPB.

Hay dos estampas típicas brasileñas, de postal, en las que el samba es protagonista; y no podrían ser más diferentes entre sí. Por un lado está el frenesí enloquecido del carnaval, con los blocos compitiendo no sólo en sonoridad, sino también con sambas enredo compuestos específicamente para la ocasión. Por otro, la esquina tranquila de un bar donde media docena de músicos improvisan samba “real” en una roda.

Así que en su próximo viaje a Brasil póngase ropa ligerita, métase en la primera roda de samba que vea, pida una caipirinha, y a dejarse envolver por el balanço de la música. No existe lugar en el mundo donde sea más fácil desinhibirse y lanzarse a bailar. Los brasileños se lo pondrán fácil.